Alto, delgado y de morena faz el uno; rubio, sonrosado y grueso el otro; si aparecía entre ambos contraste físico, así se armonizaban en lo moral, como en lo noble se igualaban.
Si el rubio descendía de los duques de Normandía, el moreno provenía de los antiguos Condes de Gómez, abuelos de doña Ximena, esposa del Cid Campeador, don Rodrigo Díaz de Vivar, castellano á las derechas.
Y larga lista de Condes, Duques y Marqueses, en líneas paralelas de ambas prosapias ascendían á las alturas, como que los dos tenían santo en el cielo.
Los Capitanes don José Gómez del Canto y don Domingo Ortiz de Rozas, con mayor predilección por el estrado que la carpeta y otras distracciones de cuartel, galantearon en la flor del coloniaje descollantes pimpollos de belleza, por lo que, si no al mismo tiempo colgaron la espada, en la misma hora misteriosa del corazón, levantaron el velo nupcial de la frente virginal de sus prometidas.
Gómez desposó á una de las más hermosas doncellas del Virreinato, doña Juana Rospillosi, (cuya estirpe contaba tres Pontífices en la Corte Romana y un Santo en la Corte celestial) y el señor de Rozas á doña Catalina de la Cuadra.
Lo que poco acontece en estos tiempos del