Página:Tradiciones argentinas Primera serie.djvu/55

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al marqués de Lassenay, quien en nombre del gran francés venía á tentarle á él, francés, antes que general español, ofreciera su virreinecía bajo la protección del gran usurpador.

Sucesivamente acababa de leer:

De Fernando VII cuya proclamación no hacía mucho presidiera, y de sus adoradores que clamaban por Fernando el Deseado: «No haga caso de lo que hacen decir á papá, pues está chocho, y el privado Godoy lo tiene embrujado. Yo soy el rey aclamado por mis fieles vasallos». En otro, de data anterior: «No den oídos á Fernandito, cuya truhanería es capaz de vender la misma madre que lo parió. Fui forzado á la abdicación. Soy el rey por derecho divino». — Carlos IV.

Otro recorte de Gaceta vieja aludía al «tuerto Pepe Botellas», menos tuerto y menos botella que el último virrey Cisneros, mandado como de encargo: «Yo soy el rey por derecho del amo del mundo, que San Napoleón impera en la tierra más que Santiago en el cielo».

En las Juntas que nunca comulgaron juntas, pues cada provincia levantó una, la central de Madrid, de Sevilla, de Cádiz, de Galicia y hasta del último rincón de España, cuando á la afligida madre Patria apenas restaba un pedacito de isla, cada alcalde repetía: «Cuidadito con dar cumplimiento á lo mandado por esos cuatro gatos, ó