Página:Tradiciones argentinas Primera serie.djvu/62

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
— 59 —

á Godoy. El anhelo general en Lima era la independencia bajo el reinado de Abascal. Nobleza, clero, ejército y pueblo lo deseaban y lo esperaban. Las tropas formadas en la plaza, el pueblo apiñado en las calles, las corporaciones reunidas en palacio aguardaban una palabra. En su gabinete era vivamente instado por sus amigos. Hombre al fin, sus ojos se deslumbraron con el esplendor del trono, y dicen que vaciló un momento. Pero volviendo luego en sí, tomó su sombrero y salió con reposado continente al balcón del palacio, y todos le escucharon atónitos al hacer solemne proclamación de Fernando VII y prestar juramento al nuevo rey.

Un grito inmenso de admiración y entusiasmo acogió sus palabras, y el rostro del anciano se dilató con el placer que causa la conciencia del deber cumplido, placer tanto más intenso cuanto más doloroso ha sido vencer para alcanzarlo la flaca naturaleza de la humanidad.

Tal le perfila el literato peruano señor Lavalle, biógrafo de Abascal. Este tuvo que dar sólo un paso y asomarse al balcón. El virtuoso Liniers virrey de quien tomó ejemplo aquél, hizo algo más: cerrando los oídos al pueblo que le aclamaba, cruzó el Plata cuan ancho es en su dilatado estuario, para entregar su autoridad al recién venido sin autoridad mayor.