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Página:Tradiciones peruanas - Tomo III (1894).pdf/298

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Tradiciones peruanas

Había ya conseguido dejar á dos de éstos fuera de combate y logrado poner el pie sobre un grueso tronco, que servía de puente á un caudaloso arroyo de cinco varas de ancho y que corría encajonado en un profundo lecho, cuando alcanzó Betanzos á darle tan recia cuchillada en la mano derecha, que ésta quodó pendiente de un tendón ó nervio.

Sin embargo, el fugitivo pudo llegar á la orilla opuesta y dar un puntapié al tronco, que fué arrastrado por la corriente.

Y aquel valiente, cuya energía no se doblegaba ante el dolor físico, se inclinó hacia el suelo, puso la planta sobre la desprendida muñeca, y haciendo un esfuerzo de sobrenatural desesperación, se arrancó con la iz quierda la mano derecha y exclamó, lanzándola á la orilla opuesta: —Maldita seas, mano que no has sabido defenderte!....

Y aquella mano sin vida fué á estrellarse en la mejilla del traidor alférez Betanzos.

Algunos días después el bravo y honrado capitán Luis Perdomo de Palma fué (según lo relata el Palentino en su crónica de las guerras civiles de los conquistadores) destrozado en el monte por los tigres.