beza de su marido, Ella no podía encerrarse en un claustro mientras reliquias del que fué el amado de su alma permaneciesen expuestas al escarnio público.
Desgraciadamente, sus tentativas tuvieron mal éxito por cobardía de aquellos á quienes confiaba tan delicada empresa. Doña Mencía derrochaba inútilmente el oro, y era víctima constante de ruines explotadores.
También es verdad que el asunto tenía bemoles y sostenidos. La Audiencia había hecho clavar en la picota un cartel, amenazando con pena de horca al prójimo que tuviese la insolencia do realizar una obra de caridad cristiana.
Diez años llevaba ya la cabeza de Girón en la jaula y más de quince la de Carbajal y Gonzalo, cuando un caballero recién llegado de España fué á visitar á doña Mencía. Llamábase el hidalgo D. Ramón Gómez de Chávez, y tan cordial y expansiva fué la plática que con él tuvo la digna viuda, que conmovido el joven español la dijo: —Señora, mal hizo vuesa merced en fiarse de manos mercenarias. Ú dejo de ser quien soy, ó antos de veinticuatro horas estará la cabeza do). Francisco en sitio sagrado y liore de profanaciones.
Media noche era por filo cuando Gómez de Chávez, embozado en su capa de paño de San Fernando, so dirigió á la picota, seguido de un robusto mocetón cuya lealtad había bien probado en el tiempo que lo tenía á su servicio. El hidalgo encaramóse sobre los hombros del criado, y extendiendo el brazo alcanzó con gran trabajo á quitar una de las jaulas.
Muy contento fuése con la prenda á su posada de la calle del Arzobispo, encendió lutabre y hallóse con que el letrero de la jaula docía:
ESTA ES LA CABEZA DEL TIRANO
FRANCISCO DE CARBAJAL Gómez de Chávez, lejos de descorazonarse, se volvió sonriendo á su criado y le dijo: —Hemos hecho un pan como unas hostias; pero todo se remedia con que volvamos á la faona. Y pues Dios ha permitido que por la obscuridad me engañe en la elección, la manera de acertar es que dejemos el rollo limpio de calavoras; y andar andillo, que la cosa no es para dejada para mañana, y si me han de ahorcar por una, que me ahorquen por las tres.
Y amo y criado enderezaron hacia la Plaza. Y con igual fortuna, pues la noche era obscurísima y propicia la hora, descolgaron las otras dos jaulas.
Al día siguiente Lima fué toda corrillos y comentarios.
Y el gobierno echó bando sobre bando para castigar al ladrón.