Otros, sobre todo las mujeres celosas y los galanes desdeñados, buscaban á Melchora para que los pusiese en relación íntima con el diablo. Vestíase la bruja de hombre, y acompañada del solicitante, encaminábase al monte, donde entre otros conjuros para evocar al Maligno (¡Jesús tres veces!) empleaba el siguiente:
«Patatin, patatin, patatín,
calabruz, calabruz, calabruz,
no hay mal que no tenga fin,
si reniego de la cruz.»
Por supuesto que el diablo se hacía el sordo, y la bruja, que previamente había recibido la pitanza, daba por terminado el sortilegio, diciendo que si Pateta no se presentaba era porque la víctima tenía miedo ó falta de fe.
V
No hace cuatro años que los tribunales de la República condenaron á unos infelices de la provincia de Parapaca por haber quemado á una bruja, y creo que más recientemente se ha repetido la escena de la hoguera. en otros pueblos del Sur.
En cuanto à Ica, consta en uno de los números de El Imparcial, periódico que en 1873 so publicaba en esa ciudad, que una pobre mujer de Pueblo Nuevo fué atada á un árbol por un hombre, el que la aplicó una terrible azotaina en castigo de haberlo maleficiado. Cosa idéntica se ha bía realizado en 1860 con Jesús Valle, negra octogenaria y esclava de los antiguos marqueses de Campoaneno, á la que costó gran trabajo impedir que los peones de una hacienda la convirtiesen en tostón.
VI
Y para concluir con las brujas de Ica, que ya este artículo va haciéndose más largo de lo que conviene, referiré el porqué José Cabrera el Chirote conquistó en Ica fama de catedrático en brujería.
Aconteció que la conjunta de un amigo de éste sintióse acometida de los dolores de parto, y mientras el marido fué en busca de comadrona, quedóse el Chirote en la casa al cuidado de la mujer. Esta chillaba y hacía tantos aspavientos, que Cabrera, á quien apestaban los melindres, la