Página:Tradiciones peruanas - Tomo II (1894).pdf/19

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página ha sido corregida
13
Ricardo Palma

El pueblo se desbordó como un río que sale de cauce, y lanzándose sobre los templos, se apoderó de los cálices de oro destinados para el santo sacrificio.

El cura de Tintay, que era un venerable anciano, se presentó en la puerta de la iglesia parroquial con un crucifijo en la mano, amonestando á los profanadores é impidiéndoles la entrada. Pero los indios, sobrexcitados por la bebida, lo arrojaron al suelo, pasaron sobre su cuerpo, y dando gritos espantosos penetraron en el santuario.

Allí, sobre el altar mayor y en el sagrado cáliz, cometieron sacrílegas profanaciones.

Pero en medio de la danza y la algazara la voz del ministro del altísimo vibró tremenda, poderosa, irresistible, gritándoles:

—¡Malditos! ¡Malditos! ¡Malditos!


La sacrílega orgía se prolongó hasta media noche, y al fin, rendidos de cansancio, se entregaron al sueño los impíos.

Con el alba despertaron muchos sintiendo las angustias de una sed devoradora, y sus mujeres é hijos salieron á traer agua de los arroyos vecinos.

¡Poder de Dios! Los arroyos estaban secos.

Hoy (1880) es Tintay una pobre aldea de sombrío aspecto con trescientos cuarenta y cuatro vecinos, y sus alrededores son de escasa vegetación. El agua de sus arroyos es ligeramente salobre y malsana para los viajeros.

Entre las ruinas y perfectamente conservada encontróse en 1804 una efigie del Señor de la Exaltación, á cuya solemne fiesta concurren el 14 de septiembre los creyentes de diez leguas á la redonda.


CARTA CANTA

Hasta mediados del siglo xvi vemos empleada por los más castizos prosadores ó prosistas castellanos esta frase: rezan cartas, en la acepción de que tal ó cual hecho es referido en epístolas. Pero de repente las cartas no se conformaron con rezar, sino que rompieron á cantar; y hoy mismo, para poner remate á una disputa, solemos echar mano al bolsillo y sacar una misiva diciendo: «Pues, señor, carta canta.» Y leemos en público las verdades ó mentiras que ella contiene, y el campo queda por nosotros. Lo que es la gente ultracriolla no hace rezar ni cantar á las cartas, y se limita á decir: papelito habla.