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Ricardo Palma

pañolas en 1812, otorgó á las colonias esta liberal prerrogativa. Encomendada la causa al Sr. de Lavalle, éste desplegó gran celo y actividad para su pronta terminación; y cuatro meses más tarde la Real Audiencia aprobaba y mandaba ejecutar la sentencia. Vanos fueron los argumentos que en su favor expuso el reo, á quien por primera vez en Lima se permitió hablar ante los tribunales. La conciencia pública, en la que domina una mayoría de partidarios de la ley del talión, exigía el castigo del asesino; y cuando so temió que la influencia y el indisputable talento de D. Jerónimo Vivar, abogado chileno y defensor del reo, hicieran vacilar á los jueces, empezaron á aparecer pasquines en las fachadas del cabildo y del palacio, He aquí uno de ellos:

¿Sabes qué harán con Cebada?

¡Nada! Nada! ¡Nada! Nada!» La defensa de Vivar, que corre impresa, basta por sí sola para formar la reputación literaria de un hombre. Es una pieza elocuente y galana en la forma.

Copiemos otro de los pasquines que tuvimos la fortuna de hallar en el curioso archivo del Sr. Odriozola:

Si una traición desvelada contra inocencia dormida en tiempo no es castigada, muy lejos de arrepentida siempre quedará..... cebula.

"I En el mismo sitio en que apareció el anterior, los amigos del reo, para despertar la clemencia de los jueces, colocaron otra quintilla de iguales consonantes:

«La justicia desvelada por la inocencia dormida, no quiere sea castigada la culpa, si arrepentida puede quedar no cebada.

Y por fin en la pared de uno de los corredores do palacio se leía este pareado, escrito con carbón:

Abascall¡ Abascal!

Si ahorcas á Cobada te irá mal. » Cuentan que la última comedia que representara Rafaol en nuestro coliseo fué la titulada El juez compasivo, y que aludiendo á ella el señor