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Ricardo Palma

Pero Picado se sintió, como su nombre, picado; y aquella tarde, que era la del 5 de junio, se vistió un jubón y una capetilla francesa, bordada con higas de plata, y montando en un soberbio caballo pasó y repasó, haciendo caracolear al animal, por las puertas de Juan de Rada, tutor del joven Almagro, y del solar de Pedro de San Millán, residencia de los doce hidalgos; llevando su provocación hasta el punto de que, cuando algunos de ellos se asomaron, les hizo un corte de manga, diciendo: «Para los de Chile,» y picó espuelas al brutomire Los caballeros de la capa man daron llamar inmediatamente á Juan de Rada.

Pizarro había ofrecido al joven Almagro, que quedó huérfano á la edad de diez y nueve años, ser para él un segundo padre, y al efecto lo aposentó en palacio; pero fastidiado el mancebo de oir palabras en mengua de la memoria del mariscal y de sus amigos, se separó del marqués y se constituyó pupilo de Juan de Rada. Era éste un anciano muy animoso y respetado, pertenecía á una noble familia de Castilla y se le tenía por hombre de gran cautela y experiencia. Habitaba en el portal de Botoneros, que así llamamos en Lima á los artesanos que en otras partes son pasamaneros, unos cuartos del que hasta hoy se conoce con el nombre de callejón de los Clérigos (1).

Rada vió en la persona de Almagro el Mozo un hijo y una bandera para vengar la muerte del mariscal; y todos los de Chile, cuyo número pasaba de doscientos, si bien reconocían por caudillo al joven don Diego, miraban en Rada el llamado á dar impulso y dirección á los elementos revolucionarios.

Rada acudió con presteza al llamamiento de los caballeros. El anciano stra.gr #t fi an Francisco Pizarro.

(1) El callejón de los Clérigos es hoy propiedad y domicilio de D. Pedro Villavicencio.