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Ricardo Palma

y los cuatro oidores que con él llegaron de España para establecer la Real Audiencia.» Viendo venir los sucesos y la rebelión de Gonzalo Pizarro, Suárez de Carbajal se mantuvo fiel á la causa del rey, y aun escribió á su hermano que no se comprometiese con los revolucionarios. Pero la impopularidad y los desaciertos de Blasco Núñez eran el mejor auxiliar de la revolución.

Una noche, entre otros vecinos, se escaparon de Lima dos sobrinos de Illán Suárez que vivían en la misma casa del factor, el cual ignoraba que sus parientes se hallasen tan ligados á la causa revolucionaria. Al saberlo el virrey, hizo sacar á Illán de la cama y le dijo:

—¡Traidor! Has enviado á tus sobrinos donde los rebeldes.

—No soy traidor, sino tan buen y tan leal servidor del rey como vosle contestó Carbajal sin inmutarse.

Exaltado el virrey con estas palabras, birió con su daga en el pocho al factor, y ordenó á uno de sus criados que lo acabase de matar.

El asesinato alevoso cometido en la persona de Illán Suárez puso colmo á la exasperación pública, y por todas partes brotaron las chispas que debían producir para el virrey la catástrofe de Iñaquito.

Ganada la batalla por Gonzalo, Benito Suárez de Carbajal, hermano del factor Illán, encontró en el campo al virrey, cubierto de heridas, y después de abofetearlo, le hizo cortar la cabeza por un negro, la condujo arrastrando á la cola de su caballo hasta la plaza de Quito y la colocó en la picota. Gonzalo desaprobó la conducta ruin de Benito, y mandó dar sepultura y hacer honras fúnebres á su vencido adversario.

Así fué vengacia la muerte del factor Illán Suárez de Carbajal.

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