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Tradiciones peruanas

critor ilustre que sostiene ser la lisonja claro indicio de buena educación en el hombre, y que escuchar piropos es gratísimo no sólo á oídos humanos, sino hasta á los divinos.

El marqués de Cañete, que no quiso halagar la vanidad de los cabildantes, dándoles el tratamiento á que su antecesor los había acostumbrado, iba á pasar por humillación idéntica.

Grande fué la impresión que en el respetable marqués de Cañete produjeron las desatentas palabras de que le dió noticia el emisario. Su orgullo nobiliario estaba herido cruelmente. En el acto cayó enfermo, para morir pocos días antes de que entrase en Lima su sucesor, y en el delirio de la fiebre exclamaba sin cesar:

—¡Nieva! ¡Tendrás mala muerte!

El cómo se realizó la profecía del febricitante marqués es lo que verá el lector en el siguiente capítulo.

II

El gobierno de D. Diego López de Zúñiga y Velazco, conde de Nieva y señor de las villas de Arnedo, Cerezos y Arenzanas, no excedió de tres años, y habría pasado sin dejar la menor huella en la historia, sin el misterioso y romancesco fin que cupo á este virrey. Encontró el país como una balsa de aceite, merced á las fatigas y tino de su antecesor, y gobernó como quien trata sólo de llenar el expediente. Más que en la administra ción, pensó en fiestas y galanteos.

Fué el conde de Nieva quien con el título de villa de Arnedo fundó el pueblo de Chancay,á doco leguas de Lima, con el propósito de establecer allí una Universidad que compitiera acaso con la de Salamanca, y comisionó á D. Cristóbal Valverde para la fundación de la ciudad de Ica. Entiendo que Saña, destruída después por una inundación, fué también fundada por ese gobernanto.

No encuentro en los cronistas dato alguno que interese sobre esa época, salvo el de la creación de un hospital para leprosos, que emprendió un buen hombre, conocido por Antón Sánchez, en desagravio de haberse burlado en España de su padre, llamándolo lazarino.

Era el 19 de febrero de 1564, y después de la media noche descendía un embozado, con ayuda de una escala de cuerda, de un balcón situado en el ángulo que hoy forman la plaza de la Inquisición y la solitaria calle de los Trapitos.

Noche, balcón, escala y embozado denuncian, al través de los siglos, asunto de faldas y amoríos: el sempiterno ¿quién es ella?, que trae al retortero este pícaro mundo desde que á Dios le vino en antojo crearlo.