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Tradiciones peruanas

dores, dar pabulo á las disenciones de la Audiencia, dejar sin castigo á los defraudadores del fisco y permitir que en todas las esferas oficiales se entronizase la inmoralidad. Relevado con el segundo marqués de Cañete, retiróse el de Villardompardo á vivir en el conventillo franciscano del pueblo de la Magdalena, hasta que se le proporcionó navío para regresar á España.

III

Ajusticiado en la plaza de Lima, en diciembre de 1554, el capitán don Francisco Hernández Girón, que había alzado bandera contra el rey, su viuda doña Mencía de Sosa y la madre de ésta doña Leonor Portocarrero fundaron en 25 de marzo de 1558, y provisionalmente en la misma casa que habitaban, un monasterio en el que profesaron en breve muchas damas de la nobleza colonial. Doña Leonor fué reconocida como abadesa y doña Mencía aceptada como subpriora.

La profesión de una de las hijas del mariscal Alvarado, que fué maese de campo del licenciado La Gasca en la campaña contra Gonzalo Pizarro ocasionó un conflicto; pues realizóse con sólo el permiso del arzobispo Loaiza y sin anuencia del vicario provincial agustino, que se oponía porque doña Isabel y doña Inés de Alvarado, aunque hijas de hombre tan ilustre y rico, eran mestizas.

El mariscal dotaba á cada una de sus dos hijas con veinte mil pesos y ofrecía hacer testamento á favor del monasterio. Las monjas aprovecharon de un viaje al Cuzco del padre provincial para dar la profesión á doña Isabel, pues no eran para despreciadas su dote y las esperanzas de la herencia. Cuando regresó á Lima el vicario y se impuso de lo acontecido, castigó á las monjas cortándoles una manga del hábito, Todas las clases sociales se ocuparon con calor de este asunto, hasta que, aplacadas las iras del vicario, perdonó á las religiosas, devolviendo á cada una la manga de que la había despojado.

Esto influyó para que, puestas las monjas bajo la protección del arzobispo é interesándose por ellas la sociedad limeña, el virrey marqués de Salinas activase la fábrica del actual convento, al que se trasladaron las canonesas.

Los capítulos para elección de abadesa fueron siempre, hasta la época de la independencia, muy borrascosos entre las canonesas; y por los años de 1634, siendo arzobispo de Lima el Sr. D. Fernando de Arias Ugarte, la monja Ana María de Frías asesinó con un puñal á otra religiosa. Enviada la causa & Roma, la Congregación de cardenales condenó á la delincuente