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LAS QUERELLAS DE SANTO TORIBIO CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL OCTAVO VIRREY DEL PERÚ I —Señor excelentísimo: un español ha asesinado á otro con marcada alevosía.

—Que entierren al muerto y que se juzgue al vivo.

—Juzgado está y sentenciado.

—Pues que se cumpla la pena, y el que se queme que sople.

—Ello es, con venia de V. E., que una cosa es quebrar huevos y otra cosa es hacer tortilla.

—¿Cómo se entiende, señor alcalde? ¿En estos reinos la justicia no va recta por su camino?

—Perdone V. E.; pero es el caso que el matador se ha llamado á iglesia, y de mí sé decir que no acierto con la manera de proceder.

—Los templos no se hicieron para seguro de pícaros. ¡Medrados estábamos, por Santiago! Entiéndalo así el Sr. Juan Ortiz de Zárate y proceda en consecuencia sin torcer ni doblegar la vara.

Tal fué el diálogo que en la sala del despacho de la Real Audiencia de Lima medió una mañana del año 1590 entre el alcalde del crimen D. Juan