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Ricardo Palma

DE CÓMO PUESTA EN LA BALANZA UNA CEARTILLA DE PAPEL DE ALCOY RESULTÓ PESAR MIL DUROS DE Á OCHO 189 Pues, señor, in diebus illis vivía una vida perra y de miseria por estos mundos de Dios una señora que había venido á menos por muerte de su marido, quien, al irse al hoyo, la dejó sin un cuarto ni estaca en pared, pero con dos mocetonas de buena estampa, á las que la pobreza ponía en riesgo de echar por la calle de en medio y entrar en camino de perdición. La madre y las hijas se ocupaban en trabajos de aguja; pero antaño, como hogaño, la costura no cunde ni da para fantasías y es ainago permanente de tisis y otras dolamas. Vivían, como dice el refrán, boca con rodilla y en la mano la almohadilla.

A las muchachas no les faltaba su respectivo cuyo, oficial de carpintero el uno y covachuelista ó aprendiz de escribano el otro, mozos honrados á carta cabal, pero sin blanca ni amarilla. Mientras Dios no mejorase sus horas, el casorio in facie ecclesiae era punto menos que imposible. El cura de la parroquia no era hombre de gastar saliva leyendo la epístola El conde de Monterrey, décimo virrey del Perú de San Pablo gratis et amore.

En esta tribulación, ocurriósele á la madre solicitar la protección de un acaudalado comerciante que gozaba fama de generoso y compasivo.

Fué la viuda al estanco, compró un pliego de papel de hilo, partiólo por mitad, pidió prestados al catalán de la esquina tintero de cuerno y pluma de ganso, escribió la misiva, espolvorcó sobre lo escrito un puñado de tierra, cerróla con migaja de pan, y un chico de la vecindad, adiestrado en el oficio, marchó á las volandas de correo.

Elfandede in Brey Jo.

Hallábanse á la sazón de tertulia en el almacén ó bodega del comer ciante varios de sus amigos, gente toda de rumbo y de riñón bien cubier-