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Tradiciones peruanas

♦ 194 sacerdotes que influyesen en los maridos para que éstos prohibieran á sus mujeres el uso de la saya y manto. ¡No era malo el modo para apearse de la mula chúcara!

En este tiempo y por informes del marqués se crearon el arzobispado de La Plata y los obispados de Trujillo, Guamanga, Arequipa y La Paz, dándose principio á las misiones del Paraguay por los jesuítas Macota y Cataldino, sucesores de San Francisco Solano, que acababa de morir en Lima el 14 de julio de 1610.

También se efectuó en Lima un sínodo en el que, por cuestión de asiento, se armó gorda pelotera entre el arcediano y el provisor, que era el favorito del arzobispo Lobo Guerrero.

Gran bromista fué el marqués de Montesclaros, y cuéntase que habiéndose un caballero dormido en la tertulia de palacio, mandó el virrey apagar las luces, y cuando despertó nuestro hombre le hizo creer que repentinamente había cegado.

Relevado con el príncipe de Esquilache, regresóse á España el de Montesclaros á principios de 1616, siendo premiado por el rey con el cargo de presidente del Consejo de Aragón.

III

El extranjero que hubicra llegarlo á Lima en 1615, habríase sorprendido al encontrar la ciudad en son de guerra y á todo títere barbudo afilando espadas y componiendo mosquetes. Item, habría visto muy rodeado de papelotes al oidor Solórzano, el sabio autor de la Política Indiana, quien so ocupaba á la sazón del censo de la capital, resultando empadronadas 25.454 personas. De esta cifra, excluyendo mujeres, ancianos, niños, indios y esclavos, no llegaba á dos mil el número de hombres en actitud de tomar las armas, circunstancia que traía descorazonado al anciano virrey; pues el enemigo con quien tenía que habérselas era formidable, aguerrido y or gulloso por recientes victorias.

Ya sospechará el lector que contra quien se preparaban los vecinos de esta ciudad de los reyes era nada menos que contra el pirata holandés Jorge Spitberg, quien con cuatro galeones y dos pataches bien artillados paseábase en el Pacífico, como Pedro por su casa, acompañado por ochocientos lobeznos, de esos que no temen á Dios ni al diablo.

A fuerza de actividad y sacrificios consiguió el virrey armar en el CaIlao cuatro buques, tripulándolos con seiscientos hombres, Dió el mando de la escuadrilla á su sobrino D. Rodrigo de Mendoza, caballero del hábito