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Ricardo Palma

I

209 canónigos cuidan como un tesoro, y que ya en dos ocasiones han visto en peligro de ser robado.

Volvamos á D. Gonzalo. Desde el día de la cuestión del dosel vivió en lucha abierta con el virrey. De ilustrísima cuna, opulento, educado cerca del Padre Santo Clemente VIII, de quien fué camarero secreto con poderosas influencias en Roma y en Madrid, todas las probabilidades del triunfo estaban en su fa vor. En Méjico hacía poco que un arzobispo había puesto preso á un virrey y despojádolo del mando, conductaque mereció el aplauso del monarca, y D. Gonzalo de Ocampo se hallaba en camino de seguir el ejemplo. Los galeones que llegaron de Cádiz en los últimos meses de 1626 traían la noticia de que era punto resuelto en la corte nombrar por virrey al arzobispo; pero que Felipe IV buscaba la manera de dorar la píldora para no agraviar al marqués. Tal es la gratitud de los grandes.

Maga pada 8 Sin duda que el arzobispo habría visto lograda su ambición si la muerte no lo estorbase. Reco rriendo su diócesis fué envenenado en Recuay por un cacique, á quien había reprendido severamente desde el púlpito, y murió en 19 de diciembre de 1626, de cincuenta y cuatro años de edad.

En su tiempo tuvo lugar la famosa querella de los barberos. El arzobispo había promulgado un edicto, prohibiendo que afeitasen en días festivos. Los rapabarbas pusieron el grito en el cielo, y apelaron ante el juez eclesiástico de Guamanga; mas habiéndoles negado la apelación, ocurrieron á la Audiencia, la cual falló contra el edicto. Sus señorías los oidores no podían pasar el domingo sin hacerse jabonar la cara. ¡Pues no faltaba más sino que su ilustrísima legislase contra las navajas!

Tengo para mí, conociendo el temple de alma de D. Gonzalo y su influencia en las cortes de Roma y Madrid, que si lo hubiera pretendido TOMO I El marqués de Guadalcázar décimotercio virrey del Perú 14