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Tradiciones peruanas

ciopelo carmesí sobre el antepecho del balcón, adornado éste con una cortina recamada de franjas de oro.

El pueblo llegó al fin á imponerse de lo que acontecía; mas no por eso desmayó la animación de la fiesta. Sólo las comunidades y algunas damas devotas y muy encariñadas por el arzobispo se retiraron de los tablados y balcones.

El sesudo virrey no alteró en nada el programa de la función: y come era de estilo, salió á caballo con una lucida comitiva á recorrer la plaza, regresando luego á ocupar su asiento bajo el dosel de la galería de palaciocorrida fué buena. Los bicho eran bravos, despanzurraron caba llos, aporrearon jinetes é hirieron chulos. Hubo sangre, en fin, sine qua non de una buena corrida.

La danza de gigantes parlampanes y papahuevos, los grupos de pa.

Ulas, y las cofradías de congos, bozales, caravelís, angolas y terranovas, fueron suntuosas. Cada señora de Lima se había encargado de vestir y adornar con sus más ricas alhajas á uno de los farsantes. En las danzas lucía la competencia del lujo.

El arzobispo regresó por la noche á su palacio, imaginándose que con su ausencia había aguado la función.

IV

D. Gonzalo de Ocampo, natural de Madrid, fué el cuarto arzobispo de Lima, El 19 de octubre de 1625 tuvo la honra de consagrar la catedral, en cuya construcción se habían empleado ochenta y nueve años y gastádose seiscientos mil pesos. La ceremonia religiosa principió á las siete de la mañana y terminó á las nueve de la noche, y aún existen medallas de plata que se acuñaron para conmemorar el acto. Casi destruída por el terremoto de 1746, se procedió inmediatamente á reedificarla, veriticándose su estreno el jueves de Corpus, 29 de mayo de 1753, siendo virrey el conde de Superunda.

Desde 1604, en que se edificó, hasta 1625 fué la iglesia de la Soledad, situada en la plazuela de San Francisco, la que sirvió de catedral limeña.

Las torres de la catedral se construyeron en 1797, miden cuarenta varas de altura y son de maderas incorruptibles. En la torre del Norte se colocó la campana Cantabria ó Mari—Angola, que pesa trescientos diez quintales, y en la torre del Sur la campana bautizada con el nombre de la Purísima, y cuyo peso era de ciento cincuenta quintales.

Obsequiado en 1850 por el arzobispo Luna Pizarro, tiene la catedral, entre otros notables, un magnífico lienzo de Murillo, La l'erónicu, que los