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Ricardo Palma

cadas con destreza y sangre fría. El combate duraba ya algunos minutos, y D. Cristóbal, ciego de coraje, olvidaba la defensa, cuidando sólo de no flaquear en el ataque; pero de pronto su antagonista le hizo saltar el acero, y viéndolo desarmado, le hundió la espada en el pecho, gritándole:

—¡Tu vida por mi honra! Claudia te mata.

V

El poeta Juan Sobrino que, á imitación de Peralta en su Lima fundada, escribió en verso la historia de Potosí, trae una ligera alusión á este suceso.

Bartolomé Martinez Vela en su curiosa Crónica potosina dice: «En este mismo año de 1642, doña Claudia Orriamún mató con un golpe de alfange á D. Cristóbal Manrique de Lara, caballero de los reinos de España, porque la sedujo con varias promesas y la dejó burlada. Fué presa doña Claudia, y sacándola á degollar, la quitaron los criollos con muchas muertes y heridas de los que se opusieron; y metiendola en la iglesia mayor, de allí la pasaron á Linna. Ya en el año anterior había sucedido aquella batalla tan celebrada de los poetas de Potosí y cantada por sus calles, en la cual salieron al campo doña Juana y doña Lucía Morales, doncellas nobles, de la una parte, y de la otra D. Pedro y D. Graciano González, hermanos, como también lo eran ellas. Diéronse la batalla en cuatro feroces caballos con lanzas y escudos, donde fueron muertos miserablemente D. Graciano y D. Pedro, quizá por la mucha razón que asistía á las contrarias, pues era caso de honra.» Que las damas potosinas eran muy quisquillosas en cuanto con la negra honrilla se relacionase, quiero acabar de comprobarlo copiando de otro autor el siguiente relato: «Aconteció en 1663 que riñendo en un templo doña Magdalena Téllez, viuda rica, con doña Ana Rosen, el marido de ésta, llamado D. Juan Salas de Varea, dió una bofetada á doña Magdalena, la cual contrajo á poco matrimonio con el contador D. Pedro Arechua, vizcaíno, bajo la condición de que la vengaría del agravio. Arechua fué aplazando su compromiso y acabó por negarse á cumplirlo, lo cual ofendió á doña Magdalena hasta el punto de resolverse una noche á asesinar á su marido; y agrega un cronista que todavía tuvo ánimo para arrancarle el corazón. Ella fué encarcelada y sufrió la pena de garrote, a pesar de los ruegos del obispo Villaroel, que fueron rechazados por la audiencia de Chuquisaca, lo mismo que la oferta de doscientos mil pesos que los vecinos de Potosí hicieron para salvarle la vida. » ¡Zambomba con las mujercitas de Potosí!

Concluyamos con doña Claudia.