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Tradiciones peruanas

, después de haber servido igual cargo en Méjico. Era tío del conde de Salvatierra, á quien relevó en el mando del Perú. Por Guzmán, sus armas eran escudo flanqueado, jefe y punta de azur y una caldera de oro, jaquelada de gules, con siete cabezas de sierpe, flancos de plata y cinco arminios de sable en sautor.

Magistrado de buenas dotes administrativas y hombro de ideas algo avanzadas para su época, su gobierno es notable en la historia únicamento por un cúmulo de desdichas. Los seis años de su administración fueron seis años de lágrimas, luto y zozobra pública.

El galeón que bajo las órdenes del marqués de Villarrubia conducía á España cerca de seis millones en oro y plata seiscientos pasajeros, desapareció en un naufragio en los arrecifes de Chanduy, salvándose únicamente cuarenta y cinco personas. Rara fué la familia de Lima que no perdió allí algún deudo. Una empresa particular consiguió sacar del fondo del mar cerca de trescientos mil pesos, dando la tercera parte á la corona.

Un año después, en 1656, el marqués de Baides, que acababa de ser gobernador de Chile, se trasladaba á Europa con tres buques cargados de riquezas, y vencido en combate naval cerca de Cádiz por los corsarios ingleses, prefirió á rendirso pegar fuego á la santabárbara de su nave.

Y por fin, la escuadrilla de D. Pablo Contreras, que en 1652 zarpó de Cádiz conduciendo mercancías para el Perú, fué deshecha en un temporal, perdiéndose siete buques.

Pero para Lima la mayor de las desventuras fué el terremoto del 13 de noviembre de 1655. Publicaciones de esa época describen minuciosamente sus estragos, las procesiones de penitencia y el arrepentimiento de grandes pecarlores; y á tal punto se aterrorizaron las conciencias que se vió el prodigio de que muchos pícaros devolvieran á sus legítimos dueños fortunas usurpadas.

El 15 de marzo do 1657 otro temblor, cuya duración pasó de un cuarto do hora, causó en Chile inmensa congoja; y últimamente, la tremenda erupción del Pichincha, en octubre de 1660, son sucesos que bastan a demostrar que este virrey vino con aciaga estrella.

Para acrecentar el terror de los espíritus, apareció en 1660 el famoso cometa observado por el sabio limeño D. Francisco Luis Lozano, que fué el primer cosmógrafo mayor que tuvo el Perú.

Y para que nada faltase á este sombrío cuadro, la guerra civil vino á enseñorearse de una parte del territorio. El indio Pedro Bohorques, escapándose del presidio de Valdivia, alzó bandera proclamándose descendiente de los incas, y haciéndose coronar, se puso á la cabeza de un ejército.