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XIX
Juicios literarios

XIX nes y antos de fe; naos que llegan de tarde en tarde; duelos por la muerte de un soberano, y fiestas y jiras por la coronación de otro; fechorias de los piratas ó filibusteros que infestaban las costas por el Atlántico y por el Pacífico, y ruidosos capítulos conventuales: he ahí los datos que las viejas crónicas del Perú y de Méjico ofrecen por canerá para bordar las flores de la leyenda que transporta al desocupado lector a los monótonos días del coloniaje; monótonos sí, pero poéticos, merced al misterioso encanto que ejerce on nuestro espíritu cualquiera tiempo pasado.

No tengo, pues, necesidad de ser difuso, hoy que inauguro una serie de estudios acerca de los escritores y poetas sudamericanos, con el relativo á Ricardo Palma. Le conocen bien los mejicanos por sus obras, y lo que me incumbe principalmente es dar ligeras noticias biográficas, que servirán, cierto estoy de ello, para que le estimen más los que hoy le aplauden sin conocer en toda su extensión los servicios que á las letras latino—americanas y á las ideas liberales ha prestado el popular narrador de las TRADICIONES PERUANAS.

Nació Ricardo Palma en la ciudad de Lima el día 7 de febrero de 1833.

Educóse en el Convictorio de San Carlos, del que salió en 1853, después de haber cursado con aprovechamiento notable la Jurisprudencia; y el que debiera haber sido abogado, convirtióso, por extraño modo, en marino. Por eso Cortés en su diccionario biográfico americano le llama «poeta y marino peruano» con gran extrañeza de los que ignoran que en la armada de su país prestó sus servicios como Contador ó Comisario de diversos buques, hasta que en 1860, á causa de una de esas revoluciones que tan frecuentes eran en el Perú como en Méjico hasta hace poco, fué desterrado á Chile. Allí permaneció unos tres años dedicado al periodismo con aplauso del pueblo chileno.

Cambiado el gobierno, regresó Palma á su patria & fines de 1863, y pocos meses más tarde emprendió viaje á Europa y Estados Unidos. Nombrado cónsul general del Perú en el imperio del Brasil, con residencia en el Pará, el rigor del clima le obligó á renunciar el puesto, y volvió á Lina, donde el combate del 2 de mayo de 1866 lo encontró sirviendo la jefatura de sección de uno de los ministerios. Año y medio más tarde fué secretario general del caudillo revolucionario coronel Balta, á quien acompañó en los trances más difíciles. Triunfante la revolución y convertido Balta on presidente constitucional de la República, el nuevo jefe del Estado confióle el despacho de su secretaría particular, puesto en el que permaneció cuatro años, siendo a la vez durante tres legislaturas senador por el departamento de Loreto.

Después de 1873, en que Palma cesó de ser miembro del Congreso, se alejó por completo de la política, consagrándose exclusivamente á las