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Tradiciones peruanas

y degollina. Después de fútiles explicaciones, se apresuraron á despedirlo, acompañándolo cortésmente hasta la puerta.

Convengamos en que D. Juan de Armendaris era todo un hombre, superior á su siglo y con más hígados que un frasco de bacalao.

Bandos contra las mujeres que, llamándose honestas, se presentan en público luciendo cosas que no siempre son para lucidas; bandos contra los ermitaños de Baco; bandos contra el libertinaje de las costumbres; bandos sobre el salario; bandos sobre los monederos falsos; bandos entmerando los festejos con que debía celebrarse la canonización de San Francisco Solano, y tanta era su fiebre de promulgar bandos que, como hemos dicho, el pueblo limeño lo llamaba Pepe Bandos.

El platero Alejo Calatayud promovió en Cochabamba una sedición que ocasionó no pocas víctimas y que pudo convertirse en una guerra de razas. Al recibirse la noticia en Lima, llegó á manos del virrey, entre otros, un pliego anónimo conteniendo una relación de los sucesos y esta redondilla:

«Pepe Bandos, ahí te mando nuevas de Calatayud, por si tienes la virtud de librarte con un bando.» Esta fué la única vez en que el marqués de Castelfuerte, haciendo caso omiso de bandos, dictó órdenes muy en secreto á las autoridades del Cuzco y de la Paz, y alcanzó á debelar la rebelión, entregando á la horca las cabezas de Calatayud y de más de cincuenta de sus compañeros.

En 1736, después de doce años de gobierno, regresó á España el marqués de Castelfuerte. Cuentan que, al leer la redondilla, dijo su excelencia: ¿Esas tenemos, señores cochabambinos? ¡A mí coplillas de ciego! Vamos á ver si, en vez de Pepe Bandos, me llaman ustedes Pepe Cuerdas.» Y á fe, que bien merecía llamarse Pepe Cuerdas el que obligó á hacer tanto gasto de cáñamo al verdugo de Cochabamba.