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Tradiciones peruanas

Paréceme que con el retrato basta y sobra para esperar mucho de csa pieza de tela emplástica, que era como el canario que vay se baña, y luego se sacude con arte y maúa.

Leonoreica, para coluo de venturanza, era casada con un honradísimo pulpero español, más bruto que el que asó la manteca y á la vez más manso que todos los carneros juntos de la cristiandad y morería. El pobrete no sabía otra cosa que aguar el vino, vender gato por liebro y ganar en su comercio muy buenos cuartos, que su bellaca mujer se encargaba de gastar bonitamento en cintajos y faralares, no para más encariňar á su cónyuge, sino para engatusar á los oficiales de los regimientos del rey.

A la chica, que de suyo era tornadiza, la había agarrado el diablo por la milicia y..... ¡échele usted un galgo á su honestidad: Con razón decía uno:

«Algo tendrá el matrimonio, cuando necesita bendición de cura. » El pazguato del marido, siempre que la sorprendía en gatuperios y juegos nada limpios con los militares, en vez de coger una tranca y derrengarla, se conformaba con decir:

—Mira, mujer, que no ine gustan militronchos en casa y que un día ne pican las pulgas y hago una que sea sonada.

—Pues mira, jarrastrado, no tienes más que empezar—contestaba la mozuela, puesta en jarras y tirando entre ceja y ceja á su víctima.

Cuentan que uma vez fué el pulpero á querellarse ante el provisor y á solicitar divorcio, alegando que su conjunta lo trataba mal.

— lombre de Dios! ¿Acaso te pega?—le preguntó su señoría.

—No, señor—contestó el pobre diablo,—no me pega..... pero me la pega Este marido era de la misma masa de aquel otro que cantaba:

«Mi mujer me han robado tres días ha:

ya para broma basta:

vuelvánmuela » Al fin la cachaza tuvo su límite, y el marido hizo..... una que fué sonada. ¿l'erniquebrú á su costilla? ¿Le rompió el bautismo á algún galán?

¡Quia: Razonando filosoficamente, pensó que era tontuna perderse un hombre por perrerías de una mala pécora; que de hembras está más que poblado este pícaro mundo, y que como dijo no sé quién, las mujeres son como las ranas, que por una que zabulle salen cuatro á flor de agua.

De la noche á la mañana traspasó, pues, la pulpería, y con los reales