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Ricardo Palma

Poco después circulaban por la ciudad rondas de alguaciles y agentes de la policia que fundó Amat con el nombre de encupados.

En la mañana del 1." de agosto todo el mundo supo que en la cárcel de corte y con gruesas barras de grillos se hallaban aposentados el teniente Ruda, el alférez Pulido, seis soldados del regimiento de Saboya, tres del regimiento de Córdoba y ocho paisanos. Hacíanles también compañía doña Leonor Michel y doña Manuela Sánchez, queridas de los dos oficiales, y tres mujeres del pueblo, mancebas de los soldados. Era justo que quienes estuvieron á las maduras participasen de las duras. Quien comió la carne que roa el hueso.

El proceso, curiosísimo en verdady que existe en los archivos de la Excma. Corte Suprema, es largo para extractado. Baste saber que el 13 de agosto no quedó en Lima títere que no concurriese á la plaza Mayor, en la que estaban formadas las tropas regulares y milicias cívicas.

Después de degradados con el solemne ceremonial de las ordenanzas militares los oficiales Ruda y Pulido, pasaron junto con nueve de sus cómplices á balancearse en la horca, alzada frente al callejón de Petateros.

El verdugo cortó luego las cabezas, que fueron colocadas en escarpias en el Callao en Lima.

Los demás reos obtuvieron pena de presidio, y cuatro fueron absueltos, contándose entre éstos doña Manuela Sánchez, la querida de Ruda. El proceso demuestra que si bien fué cierto que ella percibió los provechos, ignoró siempre de dónde salían las misas.

EN QUE SE COPIA UNA SENTENCIA QUE PUEDE ARDER EN UN CANDIL «En cuanto á doña Leonor Michel, receptora de especies furtivas, la condeno á que sufra cincuenta azotes, que le darán en su prisión de mano del verdugo, y á ser rapada de cabeza y cejas, y después de pasada tres veces por la horca, será conducida al real beaterio de Amparadas de la Concepción de esta ciudad a servir en los oficios más bajos y viles de la casa, reencargándola á la madre superiora para que la mantenga con la mayor custodia y precaución, interin se presenta ocasión de navío que salga para la plaza de Valdivia, adonde será trasluclada en partida de registro á cicir en unión de su marido y se mantendrá perpetuamente en dicha plaza. — Dió y pronunció esta sentencia el Excmo. Sr. D. Manuel de Amat y Junict, allero de la orden de San Juan, del Consejo de su majestad, si gentilhombre de cámara con entrada, teniente general de sus reales ejércitos, virrey, gobernador y capitán general de estos reinos del Perú y Chile; y