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Ricardo Palma

LA GATITA DE MARI—RAMOS QUE HALAGA CON LA COLA Y ARAÑA CON LAS MANOS CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL TRIGÉSIMO CUARTO VIRREY DEL PERÚ (A Carlos Toribio Robinet) 313 Al principiar la Alameda de Acho y en la acera que forma espalda á la capilla de San Lorenzo, fabricada en 1831, existe una casa de ruinoso aspecto, la cual fué por los años de 1788 teatro no de uno de esos cuentos de entredijes y babador, sino de un drama que la tradición se ha encargado de hacer llegar hasta nosotros con todos sus terribles detalles.

I

Veinte abriles muy galanos; cutis dle ese gracioso moreno aterciopelado que tanta fama dió á limeñas, antes de que cundiese la maldita moda de adobarse el rostro con menjurges y de andar á la rebatiña y como albañil en pared con los polvos de rosa y arroz; ojos más negros que noche de trapisonda y velados por rizadas pestañas; boca incitante, como un azucarillo amerengado; cuerpo airoso, si los hubo, y un pie que daba pie para despertar en el prójimo tentación de besarlo: tal era en el año de gracia de 1776 Benedicta Salazar, Sus padres al morir la dejaron sin casa ni canastilla y al abrigo de una tía entre bruja y celestina, como dijo Quevedo, y más gruñona que mastin piltrafero, la cual tomó á capricho casar á la sobrina con un su compadre, español que de á legua revelaba en cierto tufillo ser hijo de Cataluña, y que aindamáis tenía las manos callosas y la barba más crecida que deuda pública. Benedicta miraba al pretendiente con el mismo fastidio que á mosquito de trompetilla, y no atreviéndose á darle calabazas como melones, recurrió al manoseado expediente de hacerse archide vota, tener padre de espíritu y decir que su aspiración era á monjío y no á casorio.