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Ricardo Palma

PANCHO SALES EL VERDUGO CRÓNICA DE LA ÉPOCA DEL VIRREY—BAILIO —¡Cómo, señor cronista! ¿También tiene usted tela que cortar en el ejecutor de altas obras, como llaman los francesos al verdugo?—Sí, lectores míos. En un siglo en que Enrique Sansón ha escrito la historia de su fa milia, y con ella la de los señores de París desdo 1684 hasta 1817, no sé por que no ha de salir á la plaza la del último pobre diablo que ejerció entre nosotros tan sangriento oficio. Más feliz y adelantado en esto que la vieja Europa, el Perú abolió el cargo de verdugo titular con el postrer grano de pólvora quemado en el campo de Ayacucho, I 353 Al caer de la tarde del día 24 de enero del año 1795 recorrían las calles de Lima algunos jóvenes, pertenecientes á familias aristocráticas, precedidos de un esclavo vestido de librea. El traje do los jóvenes era casaca de terciopelo negro con botones de oro, sombrero de puntas, calzón corto, medias de seda, de las llamadas de privilegio, atadas con cintas de Guamanga, y zapato de hebilla con piedras finas. Así lucíanse bien torneadas pantorrillas, que hoy harían la desesperación de ciertos personajes, que pasarán al panteón de la historia por lo famoso en ellos de osa prenda corporal. Cruzaba el pecho de los jóvenes, sobre camisa de pechuguilla encarrujada, una banda de riquísima cinta de aguas, donde, bordada en letras de oro, se leía la palabra Caridad.

El esclavo que acompañaba á cada socio de esa humanitaria cofradía iba con la cabeza descubierta, llevando en una mano una salvilla ó fuente de plata, y en la otra una campanilla del mismo metal, que hacía sonar de rato en rato, pronunciando en clamoroso y pausado acento estas palabras: «; Hagan bien para hacer bien por el alma de los que van á ajusticiar!» Y las encopetadas damas, á quienes caía en gracia más el aspecto del galán postulante que el motivo de la demanda, echaban un reluciente escudo de oro en el azafate, ó por lo menos un peso duro, y la gentuza, por no desairar al niño que era el peligüeño, depositaba también la ofrenda de un real ó de una columnaria.

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