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Ricardo Palma

Nuestro alfarero era, como cierto soldado, gran repentista ó improvisador de coplas que, tomado por prisionero por un coronel español, éste como por burla ó para hacerlo renegar de su bandera le dijo:

—Mira, palangana, te regalo un peso si haces una cuarteta con el pie forzado que voy a darte:

Viva el séptimo Fernando con su noble y leal nación, —No tengo el menor conveniente, señor coronel—contestó el prisionero,—Escuche usted:

Viva el séptimo Fernando con su noble y leal nación; pero es con la condición de que en mí no tenga mando....y venga mi patacón.

II

Vivía el Sr. D. Francisco Javier de Luna Pizarro, sacerdote que ejerció desde entonces gran influencia en el país, en la casa fronteriza á la iglesia de la Concepción, y él fué el patriota designado por San Martín para entenderse con el ollero. Pasaba éste á las ocho de la mañana por la calle de la Concepción, pregonando con toda la fuerza de sus pulmones: /Ollas y platos! /Baratos!

Baratos, que, hasta hace pocos años, los vendedores de Lima podían dar tema para un libro por la especialidad de sus pregones. Algo más. Casas había en que para saber la hora no se consultaba reloj, sino el pregón de los vendedores ambulantes.

José de San Martin general del ejército patriota Lima ha ganado en civilización; pero se ha despoetizado, y día por día pierde todo lo que de original y típico hubo en sus costumbres.

Yo he alcanzado esos tiempos en los que parece que en Lima la ocupación de los vecinos hubiera sido tener en continuo ejercicio los molinos de masticación llamados dientes y muelas. Juzgue el lector por el siguiente cuadrito de cómo distribuían las horas en mi barrio, allá cuando yo andaba haciendo novillos por huertas y murallas y muy distante de escribir tradiciones y dragonear de poeta, que es otra forma de matar el tiempo ó hacer novillos.

La lechera indicaba las seis de la mañana.