Página:Tradiciones peruanas - Tomo I (1893).pdf/63

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
57
Ricardo Palma

La fúnebre ceremonia había ya terminado y se acercaba el momento con tanta ansiedad esperado. Un glacial silencio reinó en la iglesia, cuando el sacerdote tomó en sus manos el pliego y rompió el sello. En el papel sólo había dos líneas escritas.

Pero apenas dió á ellas lectura el ministro de Jesucristo, cuando el pueblo todo, como impelido por un resorte, cayó de rodillas.

Al salir del templo, más de una lágrina no había sido aún enjugada y el dolor estaba pintado en todos los semblantes.

Aquellas lágrimas, hijas de corazones agralecidos, debieron llegar al trono del Altísimo, como una ofrenda purificadora para el alma de aquel que, desde su lecho de muerte, decía en el pliego que leyó el sacerdote:

ROGAD POR MI?

Yo HE SIDO EL NAZARENO.

(1859)