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EL ANHELO DE LA PATRIA
Reblandeced un corazón que grato
Ya vuestro influjo siente,
Y del llanto, en el ánima agostada.
Volved á abrir la fuente.
Mi voto cumpliré. Del Adria bravo
Iré sobre las ondas:
¡Poned, poned del impaciente leño
Las velas más redondas!
¡Roma, quédate á Dios! Tiempo sobrado,
Voluntario proscrito
Te conocí: deber y amor me llaman
Con imperioso grito.
Tus cóleras depón, Padre Nereo,
Y adormido reciba
Tu seno al viajador que inclina el rumbo
A la costa nativa.
Glauco de escollos me liberte, y salva
La prora se deslice;
Con sedoso plumón aura lasciva
El manso golfo rice.
Nadando vayan coros de Nereidas
En torno de mi nave,
Y el azulado Palemón la empuje
Con ímpetu suave.