Tendiste el brazo; abriose á obedecerte
La tierra, y sepnltó la hueste impía:
Así á tu pueblo salvas de la muerte.
Sírvete ahora, sírvele de guía,
Hasta ponerle en la morada santa
Do estableces, Señor, tu monarquía.
Oyelo, y envidioso se levanta
El pueblo infiel : gimiendo y conturbados
Los filisteos caen á tn planta.
Los príncipes de Edom, los esforzados
Desmayan de Moab; los habitantes
Rindense de Canán amedrentados.
Así torpe temor á los pujantes
Portentos de tu mano, los embista;
Así su fuerza y corazón quebrantes,
Que se enclaven cual piedras: á su vista
Caminará ta pueblo sin contraste,
Este pueblo, Señor, que es tu conquista.
Tú al monte de Sión, donde fijaste
Tu herencia, allí le llevarás clemente,
Monte que por tus manos fabricaste,
Y allí le plantarás. Omnipotente
Tú por los siglos, y aun allá adelante
Reinas; tú que los carros y la gente
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EL PASO DEL MAR ROJO