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RELIGIOSAS, FILOSÓFICAS Y MORALES
Y el cielo favorable y lisonjero,
Le concedió abundante recompensa.
De una sentida lágrima el consuelo—
Y era cuanto tenía— dio al mendigo;
Y mereció de la piedad del cielo—
Y era cuanto anhelaba— un buen amigo.
No su virtud y méritos explores
Escudriñando con afán curioso,
Ni pretendas sus frágiles errores
Sacar de este recinto pavoroso.
Los ha pesado en imparcial balanza
De la justicia el inflexible brazo,
Y reposan con trémula esperanza
De su padre y su Dios en el regazo.
D. Hevia.
XVIII
EL OCCIDENTE
Calmó el piélago undoso, como el hervor desmaya
De agua que el fuego enciende, si el fuego se enfrïó;
El onda, aun humeante, desanegó la playa,
Y á dormir en su lecho la mar se recogió.