¡Oh desgraciado! ¿no serás nunca prudente, a pesar del tiempo, y vivirás siendo vergüenza de la ancianidad?
Eres hábil de lengua; pero no conozco ningún hombre justo que pueda hablar bien sobre todas las cosas.
Una cosa es hablar mucho, y otra cosa es hablar á propósito.
¿De modo que tú no pronuncias sino palabras breves, pero irreprochables?
No, por cierto, para quien tiene el mismo espíritu que el tuyo.
¡Vete de aquí! Te lo digo en nombre de éstos: no me vigiles en este lugar que conviene que habite.
Yo aseguro á éstos, no á ti, que sabrás, si alguna vez te cojo, lo que valen las palabras que respondes á los amigos.
¿Y quién me cogerá contra la voluntad de éstos?
¿Qué me anuncian tales amenazas? Aun sin eso gemirás.
He arrebatado á una de tus dos hijas; bien pronto me llevaré á la otra.