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Página:Tragedias de Sófocles - Leconte de Lisle (Tomo I).djvu/188

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Sófocles

Odio malas esposas para mis hijos.

¡Oh queridísimo Hemón, cuán tu padre te ultraja!.

Tú y tus nupcias son importunas para mí.

¿Privárás á tu hijo de ella?

Ades pondrá fin á estas nupcias.

Está resuelto, á lo que parece, que ha de recibir la muerte.

Te parece lo que á mí. ¡Que cese toda demora y llevadlas á la morada, esclavos! Conviene guardar estas mujeres con vigilancia y no dejarlas andar libremente, porque los audaces se escapan, cuando ven que el Hades está próximo.


Estrofa I

¡Dichosos los que han vivido al abrigo de los males! Cuando una morada, en efecto, ha sido herida por los Dioses, no falta, hasta su última generación, alguna desdicha á sus individuos. Del mismo modo, cuando la ola del mar, impulsada por los vientos tracios, recorre la oscuridad submarina, hace subir del fondo el cieno negro é hirviente, y las riberas que azota se llenan de clamores.

Antistrofa 1

Veo, desde tiempos antiguos, en la casa de los Labdácidas, las calamidades agregarse á las calamidades de los que han muerto. Una generación no salva de ellas á otra generación, sino que siempre algún dios la abruma y no le