Añadiré un segundo pensamiento al que he dicho.
Hasta un tercero, si lo tienes. No vaciles.
Sé ¡oh rey! que el rey Tiresias, tanto como el rey Febo, descubre con certeza lo que se busca á quien le interroga.
No he dejado de ocuparme de ello. Advertido por Creón, le he enviado dos mensajeros. Hasta me admira que no haya llegado.
A la verdad, todos los otros rumores son antiguos y falsos.
¿Cuáles son? Todo lo que se ha dicho debe saberse.
Se refiere que Layo fué muerto por unos viajeros.
También lo he oído decir, pero nadie ha visto lo que pasó.
Si el asesino abriga algún temor, en cuanto se entere de tus terribles imprecaciones no las soportará.
Quien no teme cometer un crimen no se espanta de palabras.
Ve aquí el que lo descubrirá. Conducen aquí al divino profeta, único de todos los hombres que posee la verdad.
¡Oh Tiresias, que comprendes todas las cosas permiti-