¡Por los Dioses! Si tienes algún cuidado por tu vida, no investigues eso. Bastante afligida estoy.
Ten valor. Aunque yo fuese esclavo desde hace tres generaciones, no quedarías rebajada en nada.
Sin embargo, escúchame, ¡te lo suplico! no hagas eso.
No consentiré en cesar en mis averiguaciones.
Es con un espíritu benévolo como yo te aconsejo para el mayor bien.
Esos consejos excelentes me desagradan desde hace mucho tiempo.
¡Oh desgraciado! ¡Plegue á los Dioses que no sepas jamás quién eres!
¿Es que ninguno me va á traer prontamente á ese pastor? Dejadla envanecerse con su excelso origen.
¡Ay! ¡ay! ¡Desgraciado! ¡Ese es el único nombre que puedo darte, y no oirás nada de mí en lo sucesivo!
Edipo, ¿por qué se va presa de un áspero dolor? Temo que de ese silencio salgan grandes males.
¡Que salga lo que quiera! En cuanto á mí, quiero conocer mi origen, por oscuro que sea. Orgullosa de espíritu, como mujer, tiene vergüenza quizá de mi nacimiento común. Yo,