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Sófocles
Antistrofa

Vendrá la Erinia de pies de bronce, de pies y de manos innumerables, que se oculta en horribles refugios; porque el deseo impuro de nupcias criminales y mancilladas por el asesinato se apoderó de ellos. Por eso estoy cierta de que ese prodigio que se nos aparece amenaza á los autores del crimen y á sus compañeros. O los mortales no adivinan nada por los sueños y por los oráculos, ó ese espectro nocturno será completamente beneficioso para nosotros.

Épodo

¡Oh laboriosa cabalgada de Pélope, cuán lamentable has sido para esta tierra! En efecto, desde el día en que Mirtilo pereció, arrancado violenta é ignominiosamente de su carro dorado y precipitado en el mar, horribles miserias han asaltado siempre esta morada.

Parece que vagabundeas de nuevo, y libremente. En efecto, no está aquí Egisto, él que suele retenerte, para que no vayas afuera á difamar á tus parientes. Ahora que ha salido, no me respetas. Y, ciertamente, has dicho con frecuencia y á muchos que yo estaba colérica, mandando contra todo derecho y justicia y llenándoos de ultrajes á ti y á los tuyos. Pero yo no tengo costumbre de ultrajar; si te hablo injuriosamente, es que tú me injurias con más frecuencia todavía. Tu padre, y no tienes otro pretexto de querella, fué muerto por mí, por mí misma, bien lo sé, y no hay ninguna razón para que lo niegue. Porque, no yo sola, sino la Justicia también le hirió; y convenía que tú vinieses en mi ayuda, si hubieras sido prudente, puesto que tu padre, por el que no cesas de gemir, el único de los helenos, se atrevió á sacrificar tu hermana á los Dioses, bien que no hubo sufrido tanto para engendrarla como yo para parirla. Pero ¡sea! dime por qué la degolló. ¿Fué en favor de los argivos? Pues no tenían ningún derecho á matar á mi hija. Si, como creo, la mató por su hermano Menelao, ¿no debía por ello ser castigado por mí? ¿No tenía ese mismo Menelao dos hijos que era más justo hacer morir, nacidos como eran de un padre y de una madre por quienes