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Electra

dignamente degollado, que le cortó la extremidad de los miembros como á un enemigo y que enjugó sobre su cabeza las manchas del asesinato. ¿Crees que esa muerte puede ser expiada con libaciones? No, jamás, eso no es posible. Por eso, no hagas nada. Corta la extremidad de tus trenzas. ¡He aquí las mías, las de esta desgraciada! Es poca cosa, pero no tengo mas que esto. Presenta estos cabellos no cuidados y mi cinturon sin ningún adorno. Dobla las rodillas, suplicante, para que venga á nosotras, propicio, de debajo de tierra, para que nos ayude contra nuestros enemigos, y que, vivo, su hijo Orestes les derribe con mano victoriosa y les pisotee, y para que adornemos después su tumba con más ricos dones y con nuestras propias manos. Creo, en efecto, creo que ha resuelto algún designio enviándola ese sueño espantoso. Así, pues, ¡oh hermana! haz lo que te mando, lo cual servirá para tu venganza y la mía, así como al más querido de los mortales, á nuestro padre, que está ahora bajo tierra.

Ha hablado piadosamente. Si eres prudente, ¡oh querida! la obedecerás.

Lo haré como lo ordena; porque, tratándose de una cosa justa, es preciso no querellarse, sino apresurarse á hacerla. Mientras voy á obrar, os suplico, por los Dioses, ¡oh amigos! guardad silencio, porque si mi madre sabe esto, creo que no sería sin un gran peligro como me habría atrevido á ello.

Estrofa

A menos que yo sea una adivina sin inteligencia y privada de la recta razón, la Justicia anunciada vendrá, teniendo en las manos la fuerza legítima y castigará en poco tiempo, ¡oh hija! La noticia de ese sueño ha sido agradable para mí, y mi confianza se ha afirmado con ella; porque ni tu padre, rey de los helenos, es olvidable, ni esa antigua hacha de bronce de dos filos que le mató tan ignominiosamente.