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Filoctetes

He oído un rumor, parecido al de un hombre que sufre.

¿Es aquí ó allá? Es el rumor de alguien que camina con trabajo. La voz lamentable venida de lejos no me ha engañado y perturba á los que la oyen. He aquí que se perciben distintamente sus lamentos.

Pero piensa, hijo...

¿En qué?

Antistrofa III

en nuevas inquietudes. No está lejos; hele aquí. No es un pastor que toca la flauta, sino un hombre que grita horriblemente, sea que su pie haya tropezado, sea que haya visto la nave en la inhospitalaria costa, porque grita espantosamente.

¡Ah, extranjeros! ¿Quiénes sois vosotros, que habéis abordado con ayuda del marino remo á esta tierra sin puerto y deshabitada? ¿Diré con verdad de qué patria y de qué raza sois? He aquí, en efecto, el traje heleno que me es tan querido. Pero quiero oir vuestra voz. No retrocedáis espantados de mi feroz aspecto, sino tened piedad de un desgraciado hombre solo, abandonado, sin amigos. Hablad á un hombre abrumado de males, si como amigos venís. Responded, porque no está bien que no me habléis ni que no os responda.

Sabe, pues, por de pronto, extranjero, que somos helenos, puesto que quieres saberlo.

¡Oh amadísimo lenguaje! ¡Ah! ¡cuánto me place oir hablar á un hombre tal después de tan largo tiempo! ¿Quién