darle un poco de espera? Mátale, pues, prontamente, y abandónale, muerto, á quienes le sepulten lejos de nuestros ojos, de una manera digna de él. Ese será el único remedio para mis largas miserias.
Apresúrate á entrar. No se trata ahora de discursos, sino de tu vida.
¿Para qué me conduces á la morada? Si la acción que cometes es buena, ¿por qué llevarla á cabo en las tinieblas? ¿Por qué no matarme al instante?
No mandes. Ve adonde mataste á mi padre, para morir en el mismo sitio.
¿Estaba, pues, en el destino que esta morada viese las calamidades presentes futuras de los Pelópidas?
En cuanto á las tuyas, seguramente. En esto seré para ti un adivino muy verídico.
Te envaneces de una ciencia que no poseía tu padre.
Hablas demasiado, y no das un paso. Marcha, pues.
Ve delante.
Es preciso que me precedas.