Entra, pueslízate. Te será permitido tocar este arco, y lo devolverás á quien te lo ha confiado, y podrás gloriarte de que, por tu virtud, y el único entre todos los mortales, has podido tocarlo. Yo mismo, por un servicio prestado, fué por lo que lo adquirí.
Yo te guiaré, pero la violencia de mi mal reclama tu ayuda.
He oído decir, porque no lo he visto, que el omnipotente hijo de Cronos había atado á Ixión á una rueda volteante, porque había deseado el tálamo de Zeus; pero jamás he oído decir, que me acuerde, y jamás he visto que ninguno de los mortales haya sufrido un destino más terrible que este que, no habiendo cometido una acción malvada ó violenta, perece de un modo tan indigno. Y estoy lleno de asombro de que, solo, y oyendo por todos lados el rugido de las olas que se rompen, haya podido arrostrar su vida lamentable.
No tenía compañero alguno, ningún testigo de su miseria, cerca de quien y con el cual pudiese Ilorar por su Ilaga sangrienta y voraz, que calmase, con ayuda de suaves hierbas arrancadas á la tierra bienhechora, el ardiente flujo de la sangre que brotaba de la herida. Solía entonces, cuando el cruel ardor del mal se mitigaba, ir de aquí para allá, arrastrándose como un niño sin. nodriza, á buscar algún alivio á sus dolores.
No hacía su alimento de los frutos de la tierra sagrada, ni de ninguna de las otras cosas con que se sustentan los hombres industriosos; sino que no se mantenía mas que con lo que cazaba con las flechas aladas de su arco. ¡Oh, el des-