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Sófocles

graciado, que no ha bebido vino durante diez años, y que se arrastraba siempre hacia el agua estancada cuando la veía!

SOFOCLES

Antistrofa II

Ahora, ha encontrado al hijo de hombres valerosos, y, libertado victoriosamente de sus males, será dichoso en adelante. La nave que corre sobre el mar le llevará, después de los meses sin número, hacia la morada de las Ninfas maliadas y las riberas del Esperquio, en donde el hombre, cubierto por un escudo de bronce, se reunió á los Dioses, enteramente abrasado por la llama sagrada, sobre las cimas del Eta.

Avanza, si quieres. ¿Por qué callas y te quedas como estupefacto?

¡Ay! ¡ay! ¡ay!

¿Qué es eso?


Nada, nada. Marcha, ¡oh hijo!

¿Es que te aqueja el dolor de tu mal?

No, por cierto. Creo que se ha calmado. ¡Oh Dioses!

¿Para qué invocas así á los Dioses lamentándote?

Para que vengan á nosotros propicios y tutelares. ¡Ay!

¡ay! ¡ay!