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Ayax

Antes, habiéndole atado á una columna de la morada...

¿Qué mal vas á hacer al desgraciado?

Es preciso que tenga, antes de morir, la espalda toda ensangrentada por el látigo.

No desgarres así á ese desdichado.

Yo haré todas las otras cosas que te agraden, Atena; pero sufrirá ese castigo, no otro.

Puesto que te place obrar así, hiere, y no olvides nada de lo que quieres hacer.

Voy á obrar, y te pido que vengas así siempre en mi ayuda.

Mira, Odiseo, cuán grande es el poder de los Dioses. ¿Has encontrado nunca un hombre más sensato y mejor en la acción que lo era éste?

Nadie, en verdad. Tengo piedad de este desventurado, por más que sea mi enemigo, porque es víctima de un des-