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Ayax

nosotros desde las rocas nevadas de Cilene! ¡Oh tú, que conduces los coros de los Dioses, hábil en saltar por tu solo instinto, ven para dirigir conmigo las danzas de Nisa y de Gnoso! Porque siento ahora el deseo de la danza. ¡Y tú, ven, Apolo Delio, ven á través del mar Icario, y seme favorable!

Antistrofa

Ares ha disipado el dolor terrible que turbaba mis ojos.

Ahora, de nuevo, ¡oh Zeus! resplandece una luz pura que me deja acercarme á las naves rápidas que corren sobre el mar. puesto que Ayax, habiendo olvidado sus males, ha procedido bien para con los Dioses y obedecido piadosamente sus leyes venerables. El largo tiempo destruye todas las cosas, y no niego que todo no pueda ocurrir, puesto que Ayax ha vuelto de su cólera desesperada y de sus querellas terribles con los Atreidas.

Ante todo, amigos, quiero anunciaros esto: Teucro acaba de llegar de las altas montañas misias. Habiendo venido al medio del campamento, ha sido insultado por la multitud unánime de los argivos! En cuanto le hubieron visto de lejos, se reunieron en torno suyo, y entonces le colmaron de maldiciones, sin que nadie moderase su lengua; y le llamaban el hermano del insensato, del que hacía traición al ejército, y afirmaban que nada le preservaría de morir, aplastado por las piedras; y llegaron á sacar ya sus espadas de las vainas. Sin embargo, la querella, llevada al más alto punto, se ha apaciguado, habiendo sido calmada por las palabras de los ancianos. Pero ¿dónde está Ayax, para que le refiera estas cosas, porque es preciso decirlo todo al que manda?

No está aquí, sino que acaba de salir, teniendo nuevos designios conformes á sus nuevos pensamientos.

¡Ay de mí! ¡ay! ¡El que me ha enviado ha estado, pues, demasiado lento en hacerlo, ó yo mismo he tardado en venir!