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Página:Tratado del gobierno de los príncipes (1786).djvu/40

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i 4 t ib. t Ca p. VIII. puede hacer á uno bienaventurado , para que sea premio del Rey. Porgue , como dice S. Agustín , no llamamos fe- lices á los Príncipes Christianos , porque reynáron mucho tiempo , ó porque , muriendo en paz, dexáron hechos Re- yes a sus hijos , ó porque disminuyeron los enemigos de la República , ó porque pudieron oprimir y guardarse de los vasallos , que se levantáron contra ellos , sino que los llamamos felices, si gobernaron justamente, si dcseáron mas sujetar sus apetitos , que qualquiera naciones , y si to- do, lo que hacen, es no por el ardor de la gloria falsa , sino por el amor de la felicidad eterna. Los tales Emperadores Christianos Uamámos felices acá en la esperanza , y lo se- rán con la posesión , quando después venga el bien , que esperamos. Ni hay otra cosa criada que haga al hombre bienaventurado, ni que se le pueda al Rey señalar por pre- mio, porque qualquiera cosa camina al principio , de quien su principio ha tenido ser, y la causa del alma racional no es otra cosa sino Dios que la hizo á su semejanza. Luego solo Dios es , el que puede quietar el deseo del hombre, y hacerle bienaventurado, y ser conveniente premio del Rey. Peinas de esto el alma racional es capaz, de conocer el bien ^universal por el entendimiento, y desearle por la vo- luntad y el bien universal no se halla sino en Dios. Lue- ngo ninguna cosa puede hacer al hombre bienaventurado, inchendo sus deseos , sino Dios : de quien se dice en el Saimo 102. -El que ¡nche tus deseos en las cosas bue- nas. Y aquí debe poner el Rey su premio. Y así, conside- rando esto el Rey David, decia : ¿Qué tengo yo en el Cie- lo , i y qué quise de tí en la tierra* A la qual pregunta respondiendo él mismo , añade : Lo que me importa, es llegarme á Dios , y poner mi esperanza en el Señor Dios, porque él es el que da la salud á los Reyes , no solo la corporal, que es común con las bestias, sino también aque- lla , de que dice en el decimoquinto de Isaías : Mi salud durará para siempre : con la qual salva los hombres, ha- ciéndolos iguales con los Angeles : y así se puede verifi- car , que el premio del Rey lío es el honor y la gloria del mundo, porque , ¿qué honor mundano y caduco puede Digitized by Google