Página:Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920).pdf/105

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
101
El marqués de Lumbría

la casona; pero quien te ganó fuí yo. ¡Recuérdalo! Yo quise ser la madre del marqués. Sólo que no contaba con el otro. Y el otro era fuerte, más fuerte que yo. Quise que te rebelaras, y tú no supiste, no pudiste rebelarte...

—Pero Carolina...

—Sí, sí, sé bien todo lo que hubo; lo sé. Tu carne ha sido siempre muy flaca. Y tu pecado fué el dejarte casar con ella; ése fué tu pecado. ¡Y lo que me hicisteis sufrir! Pero yo sabía que mi hermana, que Luisa, no podría resistir a su traición y a tu ignominia. Y espere. Esperé pacientemente y criando a mi hijo. Y ¡lo que es criarlo cuando media entre los dos un terriblesecreto! ¡Le he criado para la venganza! Y a ti, a su padre...

—Sí, que me despreciará...

—¡No, despreciarte, no! ¿Te desprecio yo acaso?

—Pues qué otra cosa?

—¡Te compadezco! Tú despertaste mi carne y con ella mi orgullo de mayorazga. Como nadie se podía dirigir a mi sino en forma y por medio de mi padre...como yo no iba a asomarme como mi hermana al balcón, a sonreír a la calle..., como aquí no entraban más hombres que patanes de campo o esos del tresillo, patanes también de coro... Y cuando entrašte aquí te hice sentir que la mujer era yo, yo, y no ni hermana... ¿Quieres que te recuerde la caída?