108 CIENCIA Y ACCIÓN
la tristeza y coraje que ha de producirle el desor- den que encuentra en su casa.
Hay, pues, en la embriaguez una terrible enfer- medad social que, aunque de curación difícil, no es completamente incurable.
Contra este mal, Mme. Godefroy indica uno de los mejores remedios en las siguientes líneas: “Si la mujer inepta hubiese aprendido en su juventud á dirigir y arreglar una casa, quizás, ó por mejor decir, probablemente, no se vería en ese tran- ce, (1).
En efecto. ¡Cuántas veces la embriaguez del marido (2) sería evitada si cuando vuelve de la fábrica ó de la mina encontrase un hogar bien cuidado, y en su mesa una comida bien servida! Apreciaría que en su casa no lo pasaba del todo mal, y no entraría en la tentación de detenerse con los compañeros en todas las tabernas que en- contrase. Hasta pensaría en los atractivos y Cco- modidades de la vida burguesa, y se guardaría de perjudicar su estómago repleto bebiéndose en la taberna los cuatro.ó cinco francos de su salario,
tre las categorias de éstos á los burgueses que buscan en la reunión de dichos establecimientos el medio de huir de un hogar donde la comida nunca está á punto y donde la mu- jer está constantemente regañando á chicos alborotadores. No es sólo en las familias obreras donde la ciencia ménager podría producir ia paz y la unión. (V. Huysmans. De tout, Stock, éditeur, París).
(1) No intentamos contradecir á Mme. Godefroy, pero sí hacerle la observación de que la mujer casada que trabaja en la fábrica se encuentra en la casi imposibilidad de tener bien arreglada su casa. Es uno de los poderosos argumentos que pueden invocarse contra este género de trabajo.
(2) Las Ligas ó sociedades de templancia fundadas para combatir el alcoholismo son una excelente idea; pero en esta Jucha nos parecen mejores armas la afabilidad de las esposas y su conocimiento de la ciencia del ménage. Por otra parte, los dos métodos pueden armonizarse, porque no son contra- dictorios.
