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nos, vuelven á su puesto, sacrificando su salud y la del recién nacido.
Las consecuencias de tal estado de cosas son bien lamentables. Dejemos á un lado las que res- pectan á la mujer, y que se traducen al cabo de algunos años en graves enfermedades, y halle- mos sólo de las que se refieren á los hijos.
El hecho de continuar trabajando (sobre todo de pie), hasta el mismo día del alumbramiento, predispone á la mujer á un parto prematuro, cuan- do aún la criatura no ha podido adquirir el des- arrollo necesario. De una estadística presentada al Congreso de higiene y demografía de 1900 por el profesor Pinard, resulta que de 188.000 niños nacidos y p2sados, tanto en la Casa de Materni- dad como en la clínica Baudelocque, cerca de 30.000, es decir, el 16 por 100, eran de parto pre- maturo, y pesaban menos de dos kilogramos y medio. Y después de exponer el hecho y de rela- cionarlo con el exceso de trabajo que se obliga á ejecutar á la mujer embarazada, M. Pinard hace ver á los congresistas la suerte que espera á esos nacidos antes de tiempo: “En la Maternidad, esta- blecimiento modelo donde nada se escatima, de 2.961 niños han muerto 1.795. Y de los que esca- pan de la muerte puedo asegurar sin temor á ser desmentido que, salvo muy raras excepciones, estos niños, para los cuales se han hecho tantos sacrificios, que han requerido tantos cuidados y desvelos, quedan durante toda su vida débiles y enfermos.,,
He aquí el informe de un profesor eminente; pe- ro no es el único que piensa de esa manera. Igual opinión sustentan los maestros en Obstetricia, en- tre los que podemos citar á los doctores Porack y Varnier.
Esto por lo que respecta al reposo de la madre antes del parto. En cuanto al reposo subsiguiente