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Página:UMA Luisi Mujer Democracia.djvu/29

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En lo que concierne el Tratado de Montevideo, fuera de los 4 firmantes, ninguna nación más ha puesto su firma al pie fuera de la U. R. $.

La Argentina, tampoco lo ha firmado, aunque por el hecho de ser uno de los diez firmantes que pidieron a la S. de N. la introducción en la orden del día de la Asamblea, del Estatuto de la mujer, debe ser y así lo indica la actitud mencionada, simpatizante con el Tra- tado de Montevideo.

Sin embargo el 11 de febrero de 1935 la Embajada del Uruguay mandó a la Cancillería Argentina un ejemplar del Tratado para su firma y ratificación. A octubre de 1938 no ha hecho el menor signo al respecto, Toca a las mujeres, interesadas en el asunto, movilizar a los hom- bres y empujar a su gobierno a cumplir este deber para con ellas. A

Lo curioso es que la mujer argentina desde las leja- nas épocas de la independencia tiene derechos munici- pales en dos provincias de la República, Esto no obs- tante y a pesar de haberlo solicitado en numerosas 0ca- siones, permanece aún privada de sus derechos ciudada- nos en todo el país.

Es incomprensible, en la hora presente, que esta gran Nación que es la Argentina, que repito, ya en 1934 se interesó como Miembro de la Liga para que la Asam- blea considerase el Estatuto de la Mujer; que ha dado al mundo las mayores pruebas de un alto espíritu de- mocrático, sano y verdadero; que ha dado un paso tan importante como es el reconocimiento de los derechos civiles de la mujer que tantos obstáculos encuentra en muchos países, entre ellos el mío; que desde largos años atrás tiene siempre a consideración de su Parlamento proyectos, como los de Rogelio Araya, hace más de 20 años, de del Valle Iberlucea, de Mario Bravo, para no citar sino algunos; que vuelve a insistir este mismo año con los proyectos de los socialistas Alfredo Palacios y

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