LA MUJER EN LA DEMOCRACIA
Siguiendo afanosamente la evolución de la mujer en nuestra América y en el mundo; siguiendo con en- tusiasmo el despertar de la conciencia femenina y su interés por los problemas de la hora; observando có- mo la indiferencia de ayer va cediendo el paso a una verdadera eclosión espiritual del alma de la mujer; no podía dejar de impresionar mi corazón de vieja lu- chadora, con honda simpatía e inmensas esperanzas, la fundación en la Argentina — mi país de orígen -— de esta Unión Argentina de Mujeres que organiza este acto de hoy.
Desde lejos, silenciosamente, fuí siguiendo en las no- ticias de la prensa, su desarrollo y su acción; cada vez con crecientes esperanzas en una obra eficaz para la mujer argentina, que tal vez por obra de las floridas y cortesanas frases con que se ha pretendido adorme- cer sus inquietudas, no ocupa entre las mujeres del mundo, el lugar que su inteligencia, sus sentimientos y sus capacidades les merecen. Porque ciertamente la mujer argentina no ocupa el puesto de acción que a sus condiciones naturales corresponde en la obra uni- versal de la redención de nuestro sexo, y en la que es- tán empeñadas las mujeres conscientes del mundo.
No, que desde el nacimiento a la vida independiente de esta gran Nación hayan faltado en ninguna épo- ca de su historia mujeres de talla que no habrían em-
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