una era nueva: la cultura y las profesiones universita- rias abiertas a la actividad femenina,
Fueron las primeras mujeres universitarias de la América latina :
Matilde P. Montoya (25 de agosto de 1887), México.
Eloísa Díaz (2 de enero de 1887), Chile.
Ernestina Pérez (10 de enero de 1887), Chile,
Cecilia Grienson (1889), Argentina.
Las cuatro fueron médicas.
Y fué precisamente nuestra Cecilia la que años des- pués traía para la Argentina la voz de las mujeres del mundo, organizadas para la consecución de sus dere- chos. .
En 1899 marchó a Europa llevando entre otras la re- presentación de algunas asociaciones femeninas de la Argentina, para la segunda reunión del Consejo Interna- cional de Mujeres que se realizaba en Londres.
“Se me confió el nombramiento de vicepresidenta ho- noraria —eseribe ella— con el compromiso de fundar en nuestro país un Consejo Nacional de Mujeres, lo cual hice, cumpliendo, mi promesa ante ese centro y ecooperé en su desenvolvimiento mientras mantuvo las tendencias de sus congéneres”.
Ya tenía pues la Argentina su Asociación Nacional y su vínculo internacional para la acción.
Sucesos posteriores que no nos corresponde analizar ahora, derivaron la labor del Consejo Nacional Argen- tino a otros fines y a otras miras, muchas de ellas an- tagónicas con las orientaciones del Consejo Interna- cional que mantienen al Argentino alejado en absoluto del movimiento de emancipación femenina.
En 1910 organizó un congreso patriótico de señoras en homenaje al centenario de la independencia. En él se votó la proposición de su secretaria Srta. Elía. M. Martínez que decía así:
Artículo 5% — Este Congreso de Mujeres hace la de-
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