Página:Una excursión a los indios ranqueles - Tomo II (1909).djvu/19

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Quedo enterado, decía yo para mis adentros, sabiendo mejor que él á lo que me debía atener.

Declaraciones de beodos son lo mismo que promesas de mujer.

¡ Necio de aquél que se chupa el dedo !

Necio de aquél que al entregarle su corazón, sus esperanzas y sus ilusiones, olvida el dicho de Ninón de Lenclos :

Tout passe, tout casse, tout lasse.

Ser amable no es pecado.

Al contrario, es un deber cuya práctica nos hace simpáticos á los ojos del mundo.

Yo era, pues, tan amable con mis visitas, como el tiempo y el lugar lo permitían.

Todos los días le doy gracias á Dios por haberme concedido bastante flexibilidad de carácter para encontrarme á gusto, alegre y contento, lo mismo en los suntuosos salones del rico, que en el desmantelado rancho del pobre paisano; lo mismo cuando me siento en elásticas poltronas, que cuando me acomodo alrededor del flamante fogón del humilde y paciente soldado.

Las botellas, que no tenían la magia de ser inagotables, espichaban ya: José estaba completamente en las viñas del Señor.

Camargo, más fuerte, se mantenía en completa posesión de sus sentidos.

—¿Sabe, mi Coronel, que le traemos una música?

Con su permiso.

—Muchas gracias, hombre, ¿para qué se han incomodado.

Camargo se levantó, apoyándose en los horcones del rancho, se asomó á la puerta, dijo algo, volvió á sentarse y acto continuo se presentó—horresco referens,el negro del acordeón.

— Uff!—hice,— —eso no, Camargo—le dije.—Denme -